
La columna del Cardenal
Cardenal Francis George, O.M.I.
El Papa y el Día de San Valentín
Los últimos papas han adoptado la práctica de reunirse con parejas de novios y recién casados para enfatizar la importancia de la familia como la unidad básica de la sociedad y de la Iglesia. Afirmar, a partir del Concilio Vaticano II, que la Iglesia es una “comunión de comuniones” es decir que la Iglesia es una familia de familias, al igual que la sociedad en general. Afirmar esto lo coloca a uno en cierta tensión con la idea predominante del matrimonio que la concibe, principalmente, como un medio de crecimiento personal y de realización para las dos partes.
¿Qué dice el Papa Francisco? El Papa habló el Día de San Valentín a 20,000 jóvenes comprometidos para casarse, respondió a preguntas y agrupó sus enseñanzas en tres puntos como hace a menudo. En primer lugar, habló del miedo al “para siempre”. Este miedo a un compromiso definitivo, para toda la vida, también debilita las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. El Santo Padre dijo que, si “el amor” es sólo un sentimiento, no existe una base sólida para el matrimonio. Pero si el amor es una relación, entonces puede crecer y desarrollarse, a menudo en formas inesperadas. El matrimonio es un compromiso para crecer juntos, poco a poco, por pequeños pasos, basados en el amor estable y eterno de Dios. El Papa dijo a los novios que oraran cada día: “Señor, danos hoy nuestro amor de cada día”. Como un buen maestro, les pidió que repitieran la oración después de él.
Luego habló sobre su segundo punto sobre el “estilo” de la vida matrimonial. Resumió el estilo de vida matrimonial exitoso en tres palabras que deberían caracterizar las conversaciones de las personas casadas entre sí: “¿puedo?”, “gracias” y “perdóname”. Estos son los marcadores verbales de respeto, gratitud y perdón que cada cónyuge tiene por el otro.
El tercer punto del Papa se refería al “estilo” de celebrar el matrimonio, un punto que preocupaba a los novios en cuanto a la preparación para su día de boda. El Papa Francisco dijo que una verdadera celebración tiene lugar cuando, con todos los signos externos de la celebración —el banquete, las fotografías, la ropa y las flores— la fuente de la alegría es la presencia del Señor, del mismo modo que estuvo presente en la fiesta de las bodas de Caná. Allí Él salvó la celebración, cambiando el agua en vino y comenzó a revelar quién es, en un momento de transformación en la vida de una novia y un novio.
Jesús es el novio de su Iglesia. El Papa vuelve a esta verdad en otras ocasiones cuando explica que la Iglesia es nuestra Madre porque es el vehículo que utiliza Cristo para entregarse y compartir su vida con nosotros. El amor por Jesús no puede, por tanto, separarse del amor a su cuerpo, la Iglesia. Si la Iglesia es sólo una organización o una institución hecha por el hombre, entonces Jesús mismo es sólo una figura histórica. Únicamente en el amor de esposos que existe entre Cristo y su Iglesia pueden descubrir los bautizados, del mismo modo que hacen los niños al observar a su madre y a su padre, quiénes son ellos realmente.
El Papa Francisco terminó su charla el 14 de febrero diciendo a los novios que: “El matrimonio es una obra de artesanía... de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer a su marido más hombre. ¡Ayúdense a crecer! Siempre actúen para que el otro crezca. Trabajen en esto. Y así, no sé, pienso en ustedes que algún día irán por una calle de su país y las personas dirán: ‘¡Pero mírala, que mujer tan hermosa, cuán fuerte es! ¡Con un marido así, uno puede entenderlo!’ Y también: '¡Mira quién es él! ¡Con la mujer que tiene, se puede entender!’ Es esto, llegar a esto: hacer uno y otro cosas para crecer juntos. Y los hijos tendrán este legado de tener un padre y una madre que crecieron juntos, cada uno haciendo que el otro sea más hombre y más mujer.”
Se trata de una teología del matrimonio, con el consejo y el tono pastoral de alguien que ama a Cristo y a la Iglesia, y cuyo ministerio ha dado la vuelta al mundo. Lo que ha dicho suena a verdad, no sólo para aquellos en la audiencia del 14 de febrero sino para todos. Oremos por el Papa Francisco y por las reuniones que llevará a cabo en Roma en las próximas dos semanas. Dios los bendiga.
Sinceramente suyo en Cristo:
Cardenal Francis George,O.M.I.
Arzobispo de Chicago