
La columna del Cardenal
Cardenal Francis George, O.M.I.
San Pablo en Estados Unidos
“En todo momento damos gracias a Dios por todos ustedes..." (I Tesalonicenses 1:2)
La primera carta de San Pablo a la Iglesia de Tesalónica es muy probablemente la primera de sus cartas en el Nuevo Testamento. Fue escrita alrededor del año 50 d.C. La carta comienza con un saludo: “A ustedes gracia y paz”, (1 Tesalonicenses 1,1) y termina transformando el saludo en una oración, “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes” (I Tesalonicenses 5:28). San Pablo es llamado el Doctor de la Gracia, porque la vida de Dios en nosotros, llamada gracia y ganada para nosotros por Cristo, estaba en el centro de su vida, de sus enseñanzas y su ministerio.
Este es el año de San Pablo, del 29 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009. El 25 de enero es la Festividad de la Conversión de San Pablo. El 22 de enero es el décimo aniversario de la publicación de Ecclesia in America (La Iglesia en América), resultado de las deliberaciones de muchos obispos de este continente quienes se reunieron con el Papa Juan Pablo II para reflexionar sobre la misión de la Iglesia al comienzo de este tercer milenio. Hace diez años, la vida y las cartas de San Pablo se convirtieron en un prisma que fue utilizado para reflexionar sobre el discipulado en Norte y Sudamérica.
San Pablo, el convertido
El tercer capítulo del documento Ecclesia in America, habla de la conversión a Cristo en su cuerpo, la Iglesia. Cuando Pablo encontró al Cristo resucitado en el camino de Jerusalén a Damasco su vida se trastornó por completo, se volvió lo opuesto a lo que había sido. Cristo le dice a Pablo que deje de perseguir a la Iglesia y lo llama a un continuo crecimiento en la santidad de vida. El Nuevo Testamento, para hablar de la conversión, utiliza la palabra metanoia, que significa un cambio de mentalidad. No significa únicamente un cambio de opinión sino, más bien, un cambio de vida, una manera de actuar bajo la luz del Evangelio. San Pablo habla de “la fe que actúa por medio del amor” (Gálatas 5:6). La conversión lo prepara a uno para conocer los caminos de Dios entre nosotros, para orar con la palabra inspirada en el Señor, para recibir los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía y adorar a Dios en espíritu y en la verdad. La conversión lleva a una comunión eclesial en Cristo, quien es la cabeza de este cuerpo, la Iglesia; la conversión nos lleva a la solidaridad social con todos a quienes Cristo ama, específicamente los pobres y los necesitados. La conversión trae nueva vida, una vida que extirpa cualquier división entre la fe y las obras en la vida diaria, de manera que los cristianos den testimonio a Cristo en todas las circunstancias de la vida.
San Pablo, el predicador
El encuentro de Pablo con el Señor y su consecuente conversión concuerda con el plan de Dios para la conversión de las naciones gentiles. (Gálatas 1:16 y Ecclesia in America, 8) La predicación de Pablo, adaptada a las distintas ciudades por las que viajó, continúa siendo el modelo para proclamar el Evangelio en cada era. Su misión de predicar incluyó la frecuente alabanza a Dios por los dones de nuestro perdón y nuestra salvación; un trabajo físico arduo, de manera que no fuera una carga para los pueblos a los que sirvió, y el testimonio de su ejemplo personal de vida "en Cristo". (1 Tesalonicenses 2:11-12).
San Pablo, el educador
Para “ponerse en la mente de Cristo”, San Pablo no sólo enseñó las verdades de la fe; también enseñó a las personas a orar y a confiar en el poder del Espíritu Santo para orar de una manera efectiva. (1 Corintios 12, 13 y Ecclesia in America, 29). Pablo fue un místico e invitó a todos a contemplar los misterios revelados en Cristo y entrar al camino de sabiduría abierto a quienes viven en el Espíritu. Este ejemplar de The Catholic New World está dedicado a la educación católica; saber orar es parte de esa educación. La Iglesia ha utilizado las escuelas y los programas catequéticos y otros ministerios para enseñar aquí y en todo el mundo mundo quién es verdaderamente Cristo. El propósito de todo esto es ayudar a las personas a vivir con dignidad y generosidad en esta vida y a convertirse en santos para siempre. ¡Creo que San Pablo estaría orgulloso de nuestras escuelas católicas y de nuestros programas catequéticos!
San Pablo, el administrador corresponsable
Al final de muchas de sus cartas, Pablo pedía ayuda para los pobres y para las Iglesias que se encontraban lejanas a los pueblos a quienes estaba escribiendo. (Filipenses 4:10-20) “La Iglesia en América debe encarnar en sus iniciativas pastorales la solidaridad de la Iglesia universal hacia los pobres y los parias de todo tipo. Sus actitudes necesitan ser de asistencia, promoción, liberación y apertura fraternal” (Ecclesia in America, 58). Amar al pobre es una manera de encontrar al Señor resucitado. Creo que, si Pablo estuviera viajando en los condados de Cook y Lake hoy en día, ¡daría su aportación a la Campaña Católica Anual que comienza el siguiente mes!
San Pablo enseña que todo es gracia, lo cual significa que todo es un regalo, un don. Cuando recibimos un obsequio, decimos gracias. Cuando recibimos el regalo de la gracia del Señor, nuestras vidas enteras deben expresar nuestra gratitud con Dios. “Así pues, queridos míos, de la misma manera que han obedecido siempre, no solo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajen con temor y temblor por vuestra salvación; pues Dios es quien obra en ustedes el querer y el obrar, como bien le parece” (Filipenses 2:12).
Me uno a San Pablo, en su petición de que la gracia y la paz de Dios estén con ustedes y con aquellos que aman.
Sinceramente suyo en Cristo:
Cardenal Francis George,O.M.I.
Arzobispo de Chicago